La búsqueda de la diosa de la victoria.
Cierta tarde en el centro de la ciudad italiana conocida
como Milán, un par de figuras cubiertas por capuchas, cargando unas pesadas
cajas a sus espaldas caminaba por las calles hacia las afueras de dicha ciudad,
con pasos tranquilos y silenciosos ambas figuras, una de mediana estatura, que
dejaba asomar por la capucha unos mechones de color blanco y la otra que no se
le veía el rostro pues portaba una máscara que solo dejaba ver el tabique de su
nariz y un par de ojos de un color gris pálido y unas pobladas cejar negras, el
segundo traía una capucha bastante gastada, ambas de un color café deslavado, y
sujetaban unas correas que sostenían las cajas mencionadas a sus espaldas por
los hombros.
Caminaban por un sendero, angosto, que subía por una colina,
por los costados crecían manzanos que mostraban sus frutos color carmesí los
cuales pendían por toda la copa de varios árboles, todos ellos a sus pies
estaban adornados por diversos tipos de
flores que le daban un bello aspecto a el lugar, lejos se escuchaba el trino de
las aves, mismas que surcaban el cielo en bandadas y una carreta iba en dirección
contraria.
El hombre que la dirigía, un hombre maduro de
aproximadamente 50 años mascaba una rama de trigo y se cubría del sol con un
enorme sombrero fabricado en paja, vestía un chaleco café y una camisa a
cuadros, con un pantalón de mezclilla y un par de botines de color café, se
detuvo un momento mientras los dos extraños pasaban al lado de su carreta,
tirada por un par de caballos de tiro, una yegua café claro y un viejo caballo
de color blanco sucio.
Ambos encapuchados pasaron de largo mientras el viejo los veía,
torciendo la boca con un gesto algo confundido, pues se dirigían a las
cordilleras, donde hace tiempo no subía nadie, se froto el nacimiento de una
barba pintada con algunas canas, hasta que se decidió y se deslizo hacia debajo
de la carreta, yendo a la parte trasera, mientras soltaba un grito a los
extraños.
-Ey ustedes! Hacia donde se dirigen?- pregunto el viejo
mientras a escondidas metía una mano bajo la manta que cubría su carga,
apretando la cacha de una vieja escopeta cargada, solo por si acaso. Ambas figuras
se detuvieron un momento, mientras el de más baja estatura soltó al suelo la
pesada caja, ambos giraron y una vez libre de su carga se acerco tranquilamente
al anciano quitándose lentamente la capucha mientras el otro guardo silencio esperándolo
más atrás. El hombre resulto ser un joven, no mayor a los 25 años con una larga
y tupida melena blanca y cejas del mismo color, y unos ojos picaros y una expresión
un tanto despreocupada.
-Saludos viejo!- entono mientras se detenía a unos cuantos
pasos de el –Viejo?- dijo el hombre en voz baja. –Nos dirigimos a las
cordilleras, mi compañero y yo vamos…de excursión- mintió mientras trataba de
mostrarse afable ante aquel aldeano.
-A las cordilleras?- medito el hombre mientras soltaba la
escopeta y se llevaba la mano al bolsillo, sacando una vieja pipa que encendió,
solo hasta que le dio unas cuantas bocanadas, soltando un humo denso y
maloliente cerro un ojo inspeccionando al joven.
-Tal vez deberían tomar otro camino.- sentencio mientras
chasqueaba los dientes- Las cordilleras últimamente son muy peligrosas, hay
bandidos y se cuenta que hay fantasmas, si siguen el sendero por el que vienen podrán
rodearlas, quizás tardaran un poco más en llegar a su destino pero más vale ir
por la segura.- finalizo mientras volvía a absorber el humo de la pipa para después
soltarlo lentamente hacia arriba.
El joven peliblanco arqueo la ceja y luego sonrió. –Gracias por
el consejo amigo, pero no le tenemos miedo a los fantasmas y en cuanto a
bandidos, mas les vale no toparse con nosotros- Gruño- de hecho no queremos
rodearla, queremos llegar directo al corazón del bosque a los pies de las cordilleras,
podrías indicarnos el camino?- pregunto en un tono que mas que amable sonó a
orden.-El viejo abrió la boca como si hubiera oído algo imposible de pensar,
sin embargo recobro la compostura y luego añadió –Esta bien, es su vida amigos,
pueden seguir, a partir de un kilometro encontraran una desviación con una
vereda de gravilla, y un árbol muerto en medio, sigan el camino de la izquierda
y los internara en el bosque, aunque sigo pensando que deberían evitar ir ahí,
pronto anochecerá y los bosques de noche son demasiado peligrosos, pero bueno,
es su vida. – Al finalizar metió la mano por la manta removiéndola un poco para
sacar una pequeña mochila de cuero color café, bastante vieja por su aspecto, y
comenzó a hurgar dentro de ella hasta sacar un poco de queso, envuelto en una
tela de color blanco y una hogaza de pan largo. –Tengan, para el camino, les vendría
bien comer un poco.
-El peliblanco se sorprendió de el gesto estirando las manos
para recoger los alimentos y le sonrió de lado al anciano dando las gracias,
poco después daba la vuelta hacia su compañero mientras agitaba los brazos al hombre que ya había subido a su
carreta y recomenzado su camino.
-Ey X!- gritoneo el albino- mira! Ese anciano me ha indicado
un camino y me ha regalado un poco de comida. Tienes hambre?- pregunto.
El hombre de mas estatura uso una de sus manos para retirarse
la capucha, tenía el rostro cubierto por una máscara de cuero y un gesto de
pocos amigos en los ojos claros.
-Tsk! No te hubiera regalado un vino en vez de eso.-
refunfuño mientras soltaba la caja a un costado del sendero y se tiraba cerca
de un manzano. El albino trepo por el mismo árbol hasta alcanzar un par de
manzanas y las arranco, dando una mordida a una mientras se guardaba la comida
entre las ropas holgadas. –Ese es tu problema grandulón, prefieres beber que
alimentarte, no entiendo de donde sacas fuerzas para pelear, aunque admito que
siempre que te he visto pelear borracho (casi siempre) pareces más fuerte que
estando en tu juicio-
-jajá es verdad, el alcohol me ayuda a concentrarme y a
desenfrenar mi poder- agrego el pelo negro mientras cerraba los ojos y
recargaba su nuca sobre las manos entrelazadas por detrás de su espalda.-Crees
que sea cierto Sebasthian? Estará aquí el objeto que nos enviaron a buscar?-
El chico de cabello blanco se sentó a un costado del grueso
tronco de manzano mientras continuaba devorando tranquilamente la fruta. –No lo
sé pero los informes que llegaron al santuario eran bastante fiables según Grief,
así que supongo que sí, sabes? El viejo dijo que en el bosque abundaban
fantasmas y bandidos tu qué opinas?-cuestiono Sebasthian mientras miraba a su
compañero de viaje.
-Creo que si algún bandido se cruza con nosotros rogara
porque se le aparezca mejor un fantasma.- comento tajante el enmascarado.
Sebasthian simplemente sonrió.
Pasaron un par de horas antes de que continuaran su camino,
siguiendo las indicaciones del viejo que se encontraron por la vereda, dieron
el giro necesario y comenzaron a adentrarse al bosque, que cada vez era más
espeso y más cerrado a cada paso, justo cuando cayó la noche sobre ellos, seguían
su andar seguro mientras llegaban a un pequeño claro.
-Sientes eso X?- pregunto Sebasthian mientras miraba de
reojo hacia la espesura de los matorrales que cubrían el débil sendero que desaparecía
hasta el claro.
-Tsk, si ahí están tus bandidos y fantasmas, habrá que tener
cuidado.- advirtió el enmascarado.
Fue justo cuando volvieron a introducirse entre los árboles,
que lo escucharon, el sonido de algo que se movía entre los árboles, y unas
risas bastante desagradables, parecía como si muchos pares de ojos los vieran, así
que justo en un punto el geminiano azoto la caja que cargaba envuelta en un
lienzo de lino blanco, y se retiraba la capucha nuevamente mirando en todas
direcciones. Mientras Sebasthian hacia lo propio con la suya.
-Salgan de una vez bastardos!- grito el albino mientras se
quitaba completamente la capucha al igual que X las pesadas ropas cayeron con
un sonido sordo al suelo a sus costados mientras un grupo de siete hombres les salía
al paso, casi no lograban verlos, de no ser pos sus sonrisas en la oscuridad
del bosque.
-Que tenemos aquí? Pero si son un par de viajeros
extraviados, me encantan los viajeros extraviados- Dijo un hombre adelantándose
al grupo, portaba una armadura negra como la misma noche al igual que los
otros.
-Caballeros negros?- dijo Sebasthian mientras apretaba los
puños –Así que ustedes son los bandidos, y seguramente los fantasmas también no?-
-Vaya pero que inteligente…espera, dijiste caballeros
negros? Acaso ustedes saben?- pregunto confundido aquel hombre. Para luego hacer
el ademan de una pequeña y brusca reverencia.
-Soy Astreri, de Perros de caza negro, quienes son ustedes? Identifíquense!-
ordeno mientras los señalaba, los viajeros se miraron un momento y sonrieron
para luego dar rápidamente un tirón a sus cajas las cuales desprendieron un
intenso brillo dorado que ilumino la oscuridad, provocando que los hombres que
portaban las armaduras negras dieran un paso hacia atrás y se cubrieran el
rostro mientras que un sonido metálico rompió el silencio, para cuando pudieron
ver, los dos viajeros portaban armaduras doradas, el albino portaba la sagrada
armadura de escorpio y el enmascarado la cloth sagrada de géminis, ambos
caballeros de oro, la elite misma del santuario al servicio de la diosa Athena.
-Que!?- chillo Astreri, caballeros dorados no puede ser! Águila
negra! Corre a avisar al señor Ducari!- ordeno y un hombre que portaba una versión
negra de la armadura de plata de Águila salió corriendo al instante mientras asentía
con dirección a las montañas.
-Si creen que vamos a dejarlos escapar están equivocados.-
amenazo géminis mientras su puño soltaba un brillo dorado, no sabíamos que había
caballeros negros aquí, pero de paso vamos a limpiar el lugar de la escoria
como ustedes, falsos santos!-
Una lucha comenzó, tres caballeros de plata negros por cada
santo de oro, Sebasthian utilizo sus agujas escarlatas y derroto casi al
instante a sus oponentes, Hércules, altar y perros de caza negro, mientras que
X de géminis hizo lo propio con cuervo, Orión y ofiuco negros, los seis
guerreros cayeron fulminados por el poder de los caballeros de oro.
-Mierda pero escapo uno, seguramente hay mas por lo que
dijeron- gruño Sebasthian.
-Y si mira, se ha metido en esa cueva lo ves?- añadió X de géminis
señalando el lugar por el que entro el águila negra. Ambos santos de oro
corrieron hacia aquella cueva y se encontraron con una especie de escalera de
caracol, labrada en la misma piedra que descendía por las entrañas de la
tierra, en una montaña hueca, y no les quedo más remedio que seguirla cuesta
abajo, siguieron al santo negro por un buen rato, hasta que llego a una especie
de salón iluminado por antorchas, ahí había una especie de trono enorme, también
labrado en la roca, y un numeroso grupo de santos negros y uno en especial
sentado en el.
-Mi señor mi señor! Santos de oro de Athena! Vienen siguiéndome!.-
grito el fugitivo, el hombre en el trono se levanto traía una capa que adornaba
su armadura y su cabello era de color rojo como el fuego levanto un dedo del
cual salió un pequeño rayo demasiado veloz para el águila negra y el poder le atravesó
el corazón.
-Silencio! Este es mi santuario y aborrezco el ruido!-
mascullo en una voz apenas audible, el resto de los santos negros se trago su
grito, aquel hombre parecía el líder de ellos y se notaba que era bastante
cruel, para ese entonces, Sebasthian y X arribaban.
-Un momento, esa armadura! Al parecer si existen!- grito X
-He dicho silencio!- sentencio el hombre mientras les
lanzaba un golpe igual al anterior mismo que ambos dorados esquivaron sin
problema
-Vaya, así que los perros de Athena han invadido mi hermoso
santuario del silencio- añadió
-Le llamas santuario a esta pocilga?.-refunfuño Sebasthian.
-Soy Ducari, de leo negro, líder de los santos negros, del
santuario del silencio en el que están, y también uno de los pilares de NERO.
-Nero?.- dijo X
-No es necesario que sepan más, así que mueran, por
perturbar mi silencio. RELAMPAGO NEGRO DE VOLTAJE- grito mientras cientos de
rayos se entrelazaban buscando al par de santos de oro de Athena, pero sin
emitir sonido alguno, por lo que X y Sebasthian no pudieron evitarlo.
Ducari, levanto de nuevo su dedo mientras el par de dorados
comenzaba a reincorporarse. Mientras otra voz emergía de las sombras.
-Espero que no pienses quedarte con esas dos presas Ducari.-
Dijo la voz mientras leo negro miraba de reojo sin moverse y sin siquiera hacer
un gesto.
-Luca- añadió mientas bajaba el dedo.
Un hombre portando una armadura negra con un par de cuernos
sobre los hombros, idéntica a la armadura de Aries se acercaba dando pasos
pausados hacia un costado de Ducari.
-Saludos y bienvenidos al santuario del silencio-dijo a modo
de saludo, era un hombre moreno, de cabellos negros y desaliñado, desprovisto
de cejas y en su lugar tenía dos marcas circulares.
-Un muviano- dijo Sebasthian –Muy perspicaz –Dijo el ariano
mientras hacia un ademan cortes hacia ellos. –Soy Luca de Aries negro, uno de
los doce pilares de NERO-
-Pilares de Nero? Acaso los santos negros se están organizando?-
Algo así. Añadió.
-Déjame al escorpión, Ducari- suplico Luca- Esta bien….Con
tal de que mueran rápido y dejen de perturbar nuestro santuario.
-Ustedes los santos negros nunca han podido superar a un
santo de Athena real.- Grito Sebasthian mientras los señalaba y la uña de su índice
comenzó a crecer.
-Oh es verdad, por generaciones, los santos de Athena nos
han derrotado una y otra vez, e incluso encarcelado en la isla de la reina
muerte pero en la actualidad todo eso ha cambiado, como verán ahora existimos
los santos de oro negro, igual que ustedes somos doce, dirigidos por un
patriarca negro y pronto dominaremos el mundo,- dijo Luca.
-Ja! Y como piensan hacerlo con esas armaduras falsas-
cuestiono X-
-Estúpidos- mascullo Ducari –Tal vez nuestras armaduras sean
imitaciones de las suyas es cierto pero tenemos algo que ustedes no.
-Y que puede ser eso?- dijo Sebasthian.
Luca sonrió y señalo hacia arriba, mostrando algo en la
pared que no habían notado, un brillo que manaba de un objeto metálico de gran
tamaño cuando de pronto ambos dorados lo reconocieron y dijeron al unisonó.
-El báculo de nike!-
-Así es- respondio Ducari, el símbolo sagrado de la victoria
ahora es propiedad de los santos negros así que ahora, es hora de morir y
volver al silencio.
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