jueves, 6 de octubre de 2016

colibries

LEYENDAS DEL COLIBRÍ

Esta diminuta avecilla vive en la Mesopotamia, centro y este del país y en toda América.

Sus nombres más conocidos son: huitzil, picaflor, chupamirto, pájaro mosca, ruundún, tente, colibrí, beija flor en el Brasil, mainumbí entre los guaraníes, rayo de sol en Perú, quinde en el Ecuador. En casi toda América llaman picaflor al hombre que galantea a varias mujeres haciendo referencia a que el pajarillo va de flor en flor.

Dicen dos de nuestras coplas populares: ¨Yo soy como el picaflor que vuela de rosa en rosa, quisiera encontrarte sola pa´ decirte muchas cosas ¨. ¨Yo soy como el picaflor, que vuela de reja en reja, visitando las muchachas y haciendo enojar las viejas ¨.

Según cuenta una de sus leyendas, es la transformación del alma pura de un niño, a quien su madre por haberlo perdido lloraba sin descanso. Conmovidos los dioses del dolor materno, lo transformaron en ese pajarito tan bello e inquieto para que bajando al jardín de la autora de sus días, la alegrara libando el néctar de las flores...

Los aztecas consideraban que eran fuentes de sabiduría, y esperanza, tanto que un dios reencarnado en un colibrí le dijo tihuí-tihuí, que significa vámonos ya! vámonos ya!, haciendo una relación directa con una mudanza de sus tierras.

Otra profecía azteca asegura que en un primer momento, el colibrí era conjeturable, pero eso enfureció a los dioses, que decidieron que cada vez que se atrapara uno, este muriera en cautiverio al poco tiempo.

La leyenda del colibrí
Desde hace tiempo, los más viejos de la tribu cuentan la trágica historia del amor de dos jóvenes.
La bella Flor, morena, esbelta y de grandes ojos negros, estaba enamorada de Ágil, un joven inquieto, apasionado; juntos solían pasear al atardecer por un bosquecillo cercano, a la orilla de un arroyo impetuoso y juguetón. Pero como los enamorados pertenecían a
dos tribus enemigas, se veían poco, pues debían mantener su amor en secreto.
Un día, sucedió lo que tanto temían: unos familiares de la joven descubrieron el romance y lo comentaron al jefe de la tribu. Desde esa tarde, Flor tuvo prohibido volver al lugar de los encuentros.
Pasaron los días. Una y otra vez, Ágil la buscó sin hallarla en la penumbra suave y tibia del bosque hasta que la Luna, apenada por su dolor, le contó lo que había sucedido y agregó:3
–Ayer he visto otra vez a Flor, muy angustiada; lloraba amargamente pues está desesperada. Quieren que se case con un hombre de su tribu y ella se ha negado. El dios Tupá escuchó su lamento y se apiadó de su dolor; mi amigo el Viento me contó que Tupá la transformó en una flor.
–¿En una flor? Dime, ¿en qué clase de flor? ¿Cómo puedo encontrarla?
–¡Ay, amigo! No puedo decírtelo porque no lo sé… –respondió la Luna.
El muchacho palideció y solicitó la ayuda de su dios:
–¡Tupá, tengo que encontrarla! Sé que en los pétalos de Flor reconoceré el sabor de sus besos. ¡Ayúdame a dar con ella!
Ante el asombro de la Luna, el cuerpo de Ágil fue disminuyendo cada vez más. Se hizo pequeño, pequeño, hasta quedar convertido en un pájaro delicado y frágil de muchos colores, que salió volando rápidamente. Era un colibrí.
Desde entonces, el novio triste pasa sus días recorriendo las ramas floridas y besa apresuradamente los labios de las flores, buscando una, sólo una.
Desde hace tiempo, los más viejos de la tribu cuentan también que todavía no la ha encontrado…
Leyenda guaraní (versión libre).

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