domingo, 4 de diciembre de 2016

Vampirismo: El Sendero Hacia Inmortalidad

Por Samael para la II° Reunión Oficial de la Iglesia Mayor de Lucifer - Perú

12/02/16 e.v.



“Bebemos del Sol en la Medianoche, la sangre coagulada
bajo una pálida luna. Bebemos de los éxtasis de los
Qlippot, y salimos fortalecidos e ilesos. Buscamos salir en la noche
en la forma de la bestia, bebiendo de las aguas bajo la Luna.
Devoramos el paraíso y nos bañamos en la sangre de la luna.”
El Credo Luciferino, Michael W. Ford






Dentro de los principios y bases con los que nos identificamos a partir del arquetipo de Lucifer dentro de la Iglesia Mayor de Lucifer reconocemos, sin una jerarquía de uno sobre el otro, al Equilibrio; el reconocimiento de la polaridad en el universo y que encarnamos sin la necesidad de un conflicto de dualismo y negación, la Sabiduría; obtenida a través de las búsqueda del conocimiento y su aplicación; la Fortaleza; en nuestra madurez psicológica como individuos y el amor personal sin rechazo de nuestra humanidad, y finalmente al Poder; el instinto que llevamos todos los seres en lo profundo de nuestras células y genes por crecer, vivir, permanecer - ser; aquel impulso primigenio predador por la vida, originada en un lejano origen caótico que ha dado lugar a la existencia a todos los seres, desde el pasado unicelular hasta el logro más grande de la naturaleza: el hombre.

Nosotros reconocemos a Lucifer como un arquetipo, no como un ser literal basado en supersticiones e interpretaciones caprichosas. Los arquetipos son manifestaciones de fuerzas, en conjunto o individuales, que pueblan el inconsciente colectivo y que compartimos todos los humanos según las teorías del psicoanalista y místico Carl Gustav Jung; una explicación con mayor coherencia y sustento que las visiones animistas de dioses literales y con consciencia propia. Su naturaleza no hace a estos arquetipos menos reales, sino parte de otras categorizaciones diferentes, ejerciendo influencia aún en las personas en la constitución mental y sus actos en mayor o menor medida. Estos arquetipos, incontables en su número y sobresalientes unos más que otros, pueden ser reconocidos como partes del universo y partes de nuestro propia interior y psique. Lux Ferre, el Portador de la Luz, el Rebelde, y lo que entendemos por este en la evolución de su concepto, es uno de ellos y el más complejo dentro de nuestra filosofía, una figura que a su vez puede llegar a envolver a otros arquetipos menores. Otros, más íntimos dentro del Sendero de la Mano Izquierda y el Luciferianismo, son el Dragón, la manifestación de nuestro pasado evolutivo y animal como la fuente de nuestro poder, y el Vampiro, la Sombra que acecha y camina junto a cada ser humano, la que representa todo lo que este teme y rechaza, pero también, en su conocimiento, una de las claves a la magia más poderosa que cualquier practicante de lo oculto puede utilizar para explorar su interior y explotar su Poder interno.

El vampiro puede ser considerado una forma de interpretar a la Sombra Jungiana, lo que otros sistemas pueden catalogar como el Genio Malvado o Choronzón, la suma de nuestros temores y negaciones presente desde el amanecer de nuestra consciencia como seres humanos. El vampiro ha aparecido en múltiples culturas alrededor del mundo con características compartidas. Los registros más tempranos toman en cuenta a la antigua Mesopotamia con su sin fin de espíritus malignos y demonios, siendo Lamshtu y Ereshkigal sus símbolos más representativos siendo una vampiresa que provocaba abortos, mataba a los niños y la reina la del inframundo. Parte de estas creencias se trasladaron luego a las zonas de levante y el pueblo judío donde floreció una rica tradición que se extendió hasta la edad media y más allá. Roma y Grecia cuentan con sus propios vampiros, los larvae y lémures fueron espíritus que atormentan los humanos. La Europa medieval es famosa por la difusión de las imágenes más recientes de lo que se consideraba un vampiro: un anterior humano que se transforma en su tumba y salía por la noche a cazar a sus víctimas. Este cuenta con las descripciones más horrendas en sus rasgos físicos y naturaleza del retornado: dientes prominentes, aspectos cadavéricos y en ocasiones en descomposición y la característica metamorfosis en murciélagos. Parte de esto sirvió para explicar las miles de enfermedades que solaban ese tiempo a Europa. De este periodo en el tiempo contamos con el folclore de Europa oriental, Alemania y los países aledaños en una locura que no solo condenaba a la muerte a las supuestas brujas sino que desenterraba continuamente tumbas en la búsqueda de estos seres apartados de la gracia de Dios; Vrykolakas, Moroi y Strigoi Nachzehrer, Nachttoter, Alp, Neuntoter y Nosferatu son algunos de los más espantosos vampiros de estos tiempos; de algunos de ellos se decía que se comían a sí mismos en su ataúd al poder no encontrar alimento, lo que era constatado al abrir sus ataúdes y encontrar rastros de sangre alrededor de sus bocas, restos faltantes y un vientre hinchado. Adicionalmente sus rasgos era más los de un animal feroz que los de un humano. La especie de vampiro nórdico Draugr, cuya presencia era presentida por su penetrante olor a putrefacción, era un horripilante ser fantasmal que poseía un sin fin de poderes y hasta podía interferir dentro de los sueños de los vivos; este era casi indestructible e inmortal de no ser por la única forma de eliminarlo el destruir su cuerpo. Muchas de las culturas americanas también tuvieron sus versiones sobre los vampiros; los aztecas tenían a las temibles Cihuateteo que eran diosas que provocan pestes y atacaban a los niños. Los mayas, en el texto sagrado Popol Vuh creían en un murciélago con rasgos humanos llamado Camazotz que era el guardián del inframundo o Xibalbá. En la selva de Ecuador y Perú se creía también en humanos que llegaron a convertirse en murciélagos por su gusto por el derramamiento de sangre y la guerra. En el antiguo Perú existen registros en murales, huacos y orfebrería de seres que recuerdan las características clásicas de estos depredadores sobrenaturales.

A Bram Stoker le debemos directamente el estereotipo que tenemos hoy por el vampiro por su novela Drácula, de lo que se desprende mucho de lo que vemos en la literatura y el Cine, un depredador sobrenatural y a su vez con una carga erótica y onírica que sobrevive a nuestros tiempos con los cambios que esto genera, llevando en estos días saco y corbata para mezclarse entre la gente, alejado de los clásicos fantasmas y almas en pena del pasado o los horrorosos cadáveres podridos que cazaban a sus víctimas en la noche hace no muchos siglos atrás.

El gusto y sed por la sangre también tuvo representantes históricos, Vlad Tepes, la inspiración para el conocido Drácula, era conocido por su sadismo y derramamiento de la sangre de sus enemigos; se le atribuye al personaje histórico el hecho de que bebía sangre y llegó a volver de entre los muertos tras su asesinato. Casos similares son los de la Condensa Erzsébet Báthory, quien bebía sangre de doncellas para lograr la juventud e inmortalidad y Guilles de Rais quien supuestamente estaba involucrado en magia negra y sacrificios sangrientos. Estos personajes históricos no califican como los vampiros sobrenaturales del folclore pero son atribuidos a las leyendas por sus actos y el fluido vital ajeno que derramaron. Un caso moderno de alguien atribuido al vampirismo, y que se creía en sí uno por su propio gusto de la roja esencia, fue el soldado alemán Fritz Haarman, conocido como el “Vampiro de Hanover” quien bebía sangre literal de sus víctimas tras llevarlos a su hogar y embriagarlos. Sus múltiples crímenes junto con su pareja Hans Grans alcanzaron la suma de 100 personas de quienes bebían su sangre y practicaban el canibalismo. Casos similares se encuentran a lo largo de la historia, teniendo todos como motivación en común a la sangre.

Dentro del mundo de lo oculto, la primera apariencia de las cosas no es necesariamente el significado final. Los vampiros del folclore no necesariamente buscaban la sangre como tal, sino a la energía de vida, siendo la sangre una representación directa de esta y la que la contiene, siendo tal vez el motivo por el cual siempre se identificó al vampiro con los murciélagos y los animales depredadores, ocultando algo más dentro de su simbolismo. En algunas culturas, esto se distorsionó hasta el sentido literal llegándose a cometer un sinfín de sacrificios y un culto guerrero hacía el derramamiento mismo de la sangre como símbolo de conquista, poder y vida. Los asirios, los aztecas y algunas culturas del antiguo Perú como la moche son ejemplos de esto.

Generalmente, el vampiro es un ser que se alimenta de la sangre de las personas, es un no muerto y a veces un fantasma que acecha a los vivos para drenarles lo que a ellos les falta, la energía vital. Muy pocas veces llegan estos a matar a sus víctimas, y el hacerlo, significaba llevarlos a su reino de inmortalidad. Estas almas en pena eran atribuidos, en medio de la composición judía, a la reina de la noche, la demoneza que se rebeló ante dios y el primer hombre y fue a vagar en soledad por el mundo, Lilith, a quien se considera la reina de los vampiros, además de ser un símbolo de la necromancia, el arte de contactarse con los muertos. Se dice que sus hijos son los súcubos y los íncubos, demonios que acechan y cazan en los sueños a sus víctimas tomando diferentes formas para robar la simiente de los hombres o fecundar a las mujeres para generar así más demonios y mal en el mundo. Se dice también de Lilith y Samael, en la tradición judía, que poseyeron e impregnaron de formas similares a Adán y Eva para engendrar a Caín, otra figura importante dentro del vampirismo. Esta última forma de accionar de los vampiros, el mundo de los sueños y su cambio de forma a voluntad dentro de ellos nos da una idea adicional acerca de su naturaleza, etérea más que una física y literal; seres que deambulan, tal vez, en otros planos solo percibidos por unos pocos.

En las tradiciones y escuelas ocultistas y místicas se habla de una fuerza que impregna a todo ser vivo y que emana de la persona de forma natural. Una fuerza vital que es afectada por nuestra alimentación, estado animado y salud identificada también como el aura, la cual supuestamente disminuye en tamaño y se opaca en la enfermedad y antes fallecer. Por lo general, la anatomía oculta del hombre se divide en 3 importantes partes:


a) el espíritu, la “chispa divina”, sin forma e inmortal y el que reencarna en distintos nuevos cuerpos humanos (en algunas tradiciones con marcada moralidad, animales, plantas y hasta minerales)
b) el cuerpo astral, el cuerpo sutil que sí cuenta con atributos impregnados del siguiente cuerpo pero que no está limitado por los medios físicos y el envuelve al espíritu; es con este con el que uno puede viajar astralmente hacía otros mundos, y al exterior o el interior de uno;
c) y finalmente el cuerpo físico; lo material y perceptible por los sentidos que alberga a todo lo anterior.

La fuerza vital a la que hacemos referencia está directamente relacionada con el cuerpo astral, siendo a veces confundidos uno con el otro. El aura es generada por los dos primeros cuerpos y es la vitalidad del ser en su conjunto que emana como un campo de energía.

Se dice que un paciente de alguna enfermedad terminal o una persona a punto de fallecer aferrada a la vida podrá, en algunas ocasiones, ser vista en sueños y hasta pesadillas y en algunos lugares en el plano físico estando a instantes de partir. Una forma de explicar esto dentro del esoterismo es que al no poder generar más esta fuerza, la persona buscará hacerlo de forma inconsciente para poder sobrevivir, convirtiéndose en una suerte de vampiro por lo que le resta de vida, y en algunos casos en donde existe un fuerte apego hacía este mundo, por lo que dure en desintegrarse el cuerpo astral junto con la humanidad que albergó, su personalidad y una atrofiada memoria. Algunos desarrollarán la forma de apropiarse de la energía que necesitan para seguir con su existencia artificial a través de los poltergeist y el miedo infundado en las victimas de sus ataques, de donde obtienen lo que aún anhelan; otra de estas formas es el ataque mediante los sueños, presentándose en una miríada de figuras, no necesariamente con la del clásico murciélago, sino algo que frecuentemente cause miedo o una gran excitación en la presa en un estado de pesadilla en una parálisis de sueño para poder drenar su energía. Por lo general, los ataque esporádicos no causan mayores daños más allá de debilidad, pues esta energía se renueva constantemente, pero en los casos de ataques frecuentes, podría convertirse esto en un lazo que puede conducir a la víctima a la locura, la enfermedad y finalmente a su propia muerte.

Lo que generalmente se conoce y ve como almas en pena de los muertos que deambulan por los cementerios, sus antiguas casas o una zona donde ocurrió algo fuerte, como el asesinato que acabó con la estadía de la persona en el mundo, puede explicarse como el cuerpo astral atrapado en el tiempo mientras se va disolviendo en la nada…

Eliphas Levi escribe acerca de esta fuerza vital en el capítulo número XIII dedicado al Arcano del Tarot de la Muerte, llevando el título de Nigromancia: “Después de la muerte, el espíritu divino que animaba al hombre, retorna solo al cielo, y deja sobre la tierra, y en la atmósfera, dos cadáveres; el uno terrestre y elemental, y el otro aéreo y sideral; el uno del mundo, pero destinado a morir lentamente, absorbido por las potencias astrales que lo produjeron. El cadáver terrestre es visible; el otro, invisible a los ojos de los cuerpos terrestres y vivientes, y no puede ser apercibido, más que por las aplicaciones de la luz astral al traslucido, que comunica sus impresiones al sistema nervioso, y afecta así, al órgano de la vista, hasta hacerse ver las formas que se han conservado, y las palabras que están escritas en el libro de la luz vital.”

Entre las muchas formas de categorizar a los vampiros, adaptaremos una de las más claras explicadas por el ocultista estadounidense Konstantinos en su libro “Vampiros: La Verdad Oculta” como seres depredadores que buscan su alimento de acuerdo a los métodos utilizados. La creencia acerca de los vampiros literales del folclore puede ser desmitificada a través del uso de la razón, viendo la imposibilidad de ello en muchos sentidos y siendo parte de la superstición que adormecía a la humanidad en los inicios como forma de dar explicaciones a lo que no entendían, como la enfermedad y la muerte. Los vampiros humanos pueden también puede ser explicados a través de la medicina y psicología moderna por los trastornos mentales de las personas que se veían afectadas, siento estas condenadas y demonizadas en lo sobrenatural en su estado por la cultura imperante. Los vampiros energéticos son explicados en parte por las artes ocultas, se necesita de cierto grado de dominio y extensión de los sentidos astrales para poder percibirlos. Uno puede llegar a tener conocimiento de estos en un plano astral, sean habitantes de ese plano o las sombras de personas fallecidas. Junto con ello, es posible tener comunión con estos seres en evocaciones mágicas o utilizándolos como servidores para cumplir tareas y atormentar a los enemigos del nigromante con magia funesta. A los anteriores tres tipos de vampiros, podemos añadir uno más, y el más peligroso de entre todos, el vampiro intencional, un mago consciente que ha decidido adaptar el paradigma del depredador y posicionarse en la cima de la cadena alimenticia, no por una deficiencia de energía, sino para crecer en poder sin límites y alcanzar la inmortalidad de su propia consciencia más allá de la muerte física. Señor de los mundos oníricos y de lo astral y quien puede encarnarse a voluntad si así lo desea, habiendo trascendido la necesidad de un cuerpo físico. Un dios literal.

El paradigma vampírico, dentro del Luciferianismo, puede ser tomado de dos formas. El llamado Lado Diurno El sobresalir por sobre los demás conociendo astutamente la forma en que la sociedad y la cultura se compone, así como la forma en que los humanos reaccionan de acuerdo a su psicología y las ideas que son mantenidas dentro de las masas. Esto es ser un depredador moderno dentro de la sociedad, darwinismo social en la práctica, más allá de la moral y programación cultural. Esta forma encaja a la perfección con alguien por completo materialista o un practicante dentro de lo espiritual, no es un requisito las preconcepciones, lo que es en muchas instancias una característica dentro de las escuelas del Sendero de la Mano Derecha en forma de fe. Tenemos también en nuestra aproximación, al Lado Nocturno que explora las vías de la Espiritualidad Predatoria. Para aumentar la energía vital y el poder, el vampiro utiliza diversas técnicas, comenzando el fortalecimiento y desarrollo de su propio vehículo astral, a desarrollar formas para la perforación e ingreso al aura de la víctima o el vampirismo mediante el tacto o la vista y a la distancia para drenar energía. Se incluye aquí también el dominio del cambio en formas monstruosas o seductoras en el astral para atacar con sueños y pesadillas e implantar pensamientos, de ser así el deseo del depredador. Adicionalmente, se pueden crear espíritus vampíricos artificiales para los mismos fines que llevarían al vampiro la energía recolectada en su cacería. Incluido dentro de los trabajos más extremos dentro del vampirismo está el devorar a los espíritus y demonios qlifóticos evocados y el trabajo mismo con la sombra personificada, Chorozon; la Orden del Dragón Negro dentro de la Orden del Fósforo utiliza en sus trabajos internos este tipo de operaciones proscritas.

Más detalles sobre la última forma de vampirismo y su práctica como herramienta real en la ascensión personal y espiritual puede ser encontrado en los libros de Michael W. Ford dedicados específicamente al tema como son, Akhkharu, El Libro de la Luna de la Bruja y Sekhem Apep, además de otros autores como Michelle Belanger y los excelentes libros del Templo del Vampiro. Ford menciona en una de sus obras que el camino del vampirismo en cuanto a la magia puede ser comparado como la superioridad al utilizar una motosierra por sobre una simple hacha al cortar un árbol; no obstante, este no es un camino para todos, inclusive dentro del mismo Sendero de la Mano Izquierda, y debe ser abordado con mucha precaución puesto que puede ser un camino rápido hacía la propia destrucción. Se sugiere al practicante activo del vampirismo equilibrar ambas aproximaciones dentro del vampirismo práctico para lograr su propia comprensión.

El vampiro es sin duda el símbolo del Poder, el lado más sombrío de este, las ansias y sed se más, de inmortalidad en el tiempo a través de la consciencia que se extiende más allá del cuerpo físico; el instinto predatorio sin restricciones. Un camino hacía la divinidad con perseverancia y voluntad o hacía la condena sin la precaución necesaria.

Fuentes

por Samael Nox Umbra para la II° Reunión Oficial de la Iglesia Mayor de Lucifer - Perú.

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