viernes, 27 de enero de 2017

Psicología Cuántica III - Dualidades Marido/Mujer Onda/Partícula

TRES



Dualidades Marido/Mujer & Onda/Partícula





Dicho sea de paso, no tengo cualificaciones académicas para escribir sobre Mecánica Cuántica en absoluto, pero esto no me ha impedido discutir el tema alegremente en cuatro libros anteriores.

Algunos lectores se preguntarán de donde obtengo mi chutzpah. Después de todo, la mayoría de físicos proclaman que los principios de la Mecánica Cuántica contienen problemas (o paradojas) tan ininteligibles y recónditos que se requiere un grado universitario en matemáticas avanzadas para entender el asunto. Comencé a dudar de esa noción después de que mi novela, El Gato de Schrödinger – el primero de mis libros que trataba enteramente de lógica cuántica – recibió una crítica muy favorable en la revista New Scientist, por un físico (John Gribbin) quien decía que yo tenía probablemente un título en física avanzada como para haber escrito el libro. De hecho, no tengo ningún título en física. (Todo lo que estudié de física en la universidad consistió en mecánica Newtoniana, óptica, luz, electromagnetismo y un curso genérico sobre las ideas de la Relatividad y la Teoría Cuántica.)

Si parece que comprendo la lógica cuántica bastante bien, como otros físicos además del Dr. Gribbin han asegurado, es resultado del hecho de que la Psicología Transaccional, el estudio de cómo el cerebro procesa datos – un campo en el que sí poseo alguna cualificación académica—contiene casi exactamente la misma extrañeza que ha hecho infame al universo cuántico. De hecho, hasta podría decir que el estudio de la ciencia cerebral puede prepararlo a uno mejor para la teoría cuántica que el estudio de la física clásica.





Esto puede sorprender a muchos, incluyendo a los físicos que afirman que la incertidumbre cuántica solamente aplica al mundo subatómico y que en asuntos ordinarios “aún vivimos en un universo Newtoniano.” Este libro se atreve a discrepar con esta sabiduría aceptada; tomo exactamente la postura opuesta. Mi empeño es tratar de mostrar que los famosos “problemas” y “paradojas” y los enigmas filosóficos generales del mundo cuántico también aparecerían en la vida diaria.

Por ejemplo, la ilustración al principio del Capítulo Uno—la cual se puede ver como una mujer joven o una anciana—demuestra un descubrimiento fundamental de la psicología de percepción. Este descubrimiento aparece en muchas fórmulas diferentes, en varios libros, pero la afirmación más simple y general de ello, creo, que iría algo como esto: la percepción no consiste de recepción pasiva de señales, sino en una interpretación activa de las señales. (O: la percepción no consiste de re-acciones pasivas, sino de trans-acciones activas y creativas.)

La misma ley aparece, en la teoría cuántica, con palabras distintas, pero comúnmente los físicos lo afirman como “el observador no puede dejarse fuera de la descripción de la observación.” (El Dr. John A. Wheeler se aventura más allá y dice que el observador “crea” el universo de la observación.) Me esforzaré en mostrar la similitud de estos principios que derivan de una similitud más profunda que une a la mecánica cuántica y neurociencia entre ellas (y con ciertos aspectos de la filosofía Oriental).



De forma similar, familiares cercanos de tales monstruos cuánticos como el Ratón de Einstein, el Gato de Schrödinger y el Amigo de Wigner* aparecen a cuenta de cómo Ud. identifica algo al otro lado de la habitación como un sofá y no como un hipopótamo. Demostraré e iré elucidando mientras avanzamos. Mientras tanto, como un punto de referencia, consideremos esto:

Los físicos concuerdan en que no podemos encontrar la “verdad absoluta” en el reino cuántico, pero debemos mantenernos satisfechos con probabilidades o “verdades estadísticas”. La Psicología Transaccional, la psicología de la percepción, también dice que no podemos encontrar la verdad absoluta en este campo de estudio (datos sensoriales) y reconoce sólo probabilidades o (dicen algunos con franqueza) “apuestas”. El físico afirma que en muchos casos no podemos significativamente llamar al gato de Schrödinger “un gato muerto” sino solamente “probablemente muerto”, y el psicólogo transaccional dice que en muchos casos no podemos llamar a La Cosa en la Esquina una silla, sino “probablemente una silla”. El simple juicio de tal o cual – “vivo” o “muerto”, “una silla” o “no una silla”—se ha convertido, no en el único caso en la lógica, sino en el caso extremo o limitante, y algunos dicen que solamente en un caso teórico.

(Si se siente confundido, no se preocupe. Vamos a examinar estos problemas con más detalle luego, y se sentirá aún más confundido.)



En resumen, cuando la neurociencia moderna describe cómo nuestros cerebros operan en realidad, por fuerza se hace alusión al mismo tipo de paradojas y/o a la misma lógica estadística o multi-variable que encontramos en el reino cuántico. Así pues, me atrevo a escribir sobre un campo que no es el mío propio porque, en muchos debates con físicos cuánticos, he encontrado el asunto totalmente isomorfo a mi propia especialidad, el estudio de cómo las percepciones y las ideas entran en nuestros cerebros.

Para el psicólogo transaccional, la mecánica cuántica tiene la misma fascinación (y el mismo parecido a la ciencia cerebral) que la criptozoología, la lepufología y los Sistemas de Desinformación, y todos estos campos, el científicamente formal y el extraño con mala fama, llevan consigo un distintivo familiar de parecidos entre unos y otros.



Quizá deba explicar eso. La criptozoología trata con (a) animales cuya existencia sigue sin haber sido probada ni refutada (por ejemplo, la serpientes gigantes que supuestamente viven en el Lago Ness, el Lago Champlain, etc; el Yeti; el Abominable Hombre de las Nueves del Himalaya, etc.) y (b) animales avistados en lugares donde no se los espera (el león de montaña de Surrey, Inglaterra; los canguros de Chicago; los cocodrilos de las alcantarillas de Nueva York, etc.). Aquellos que “saben” como juzgar dichos datos no están al tanto de la neurociencia; aquellos que más saben de neurociencia muestran el mayor agnosticismo sobre estos bichos y también tienen la mayor falta de voluntad de juzgarlos.

La lepufología concierne a los avistamientos de OVNIs en los que los conejos juegan un rol importante -y normalmente muy misterioso (algunos casos, tanto de criptozoología como de lepufología aparecen en mi libro, La Nueva Inquisición, 1987). De nuevo, aquellos que “saben” que la lepufología no puede aportar datos útiles normalmente no saben nada de neurociencia, en absoluto. Los casos en los que granjeros aseguran que unos OVNIs les robaron sus conejos constituyen una arena ideal en la que probar la Psicología Cuántica Transaccional contra las prematuras certidumbres de los Creyentes Dogmáticos y de los Negadores Dogmáticos.



Los Sistemas de Desinformación consisten en elaborados engaños, construidos por agencias de inteligencia como la CIA, KGB o la MI5 de Inglaterra, en donde una historia fachada, al ser creada, tiene dentro de sí un segundo engaño, disfrazado para parecer “la verdad oculta” para cualquier rival sospechoso que logre cavar bajo la superficie exitosamente. Desde que los Sistemas de Desinformación se han multiplicado como bacterias en nuestro mundo cada vez más clandestino, cualquier psicólogo de la percepción que analice la política moderna reconocerá que la lógica cuántica, la teoría de la probabilidad y fuertes dosis de zeteticismo son las mejores herramientas a emplear al estimar si el Presidente acaba de decir otra exorbitante gran mentira o si acaba de pronunciar la verdad por una vez.

Después de todo, incluso aquellos que crean los Sistemas de Desinformación se han tragado ellos mismos los Sistemas de Desinformación diseñados por sus rivales. Como dijo una vez Henry Kissinger, “Cualquiera en Washington que no sea paranoico debe de estar loco.”

Al tratar con la criptozoologia, lepufología, Sistemas de Desinformación y Mecánica Cuántica eventualmente se siente que se ha llegado cerca del sinsentido total, un defecto básico de la mente humana (¿o del Universo?) o alguna fuga mental similar a la esquizofrenia o el solipsismo. Sin embargo, como nuestra ilustración del principio demuestra y veremos una y otra vez, las percepciones ordinarias de personas ordinarias contienen tanta “rareza” y misterio como todas estas Ciencias Ocultas juntas.



De este modo trataré de demostrar que las leyes del mundo subatómico y las leyes de la “mente” humana (o sistema nervioso) son paralelas entre sí, precisa, exquisita y elegantemente, hasta los más ínfimos detalles. El estudiante de la percepción humana, y de cómo la inferencia deriva de la percepción, no encontrará sorpresas en la presuntamente alucinante teoría cuántica. Vivimos en medio de la incertidumbre cuántica toda nuestra vida, pero usualmente logramos ignorar esto; las y los psicólogos transaccionales se han visto forzados a confrontarlo directamente.

Este paralelismo entre la Física y Psicología no debería causar gran sorpresa. El sistema nervioso humano, después de todo –o la “mente” en lenguaje pre-científico—creó la ciencia moderna, incluyendo la física y la matemática cuántica. Uno puede encontrar la genialidad y los defectos de la mente humana en sus creaciones, como se encuentra la autobiografía del artista en la obra de arte.



Considere este simple paralelismo: un esposo y esposa van a un consejero matrimonial buscando ayuda. Él cuenta una historia sobre sus problemas. Ella cuenta una historia bastante distinta. El consejero, si está bien entrenado y es sofisticado, no le cree a ninguno por completo. En otro lugar de la misma ciudad, dos físicos repiten dos experimentos famosos. El primer experimento parece indicar que la luz viaja en ondas. El segundo parece indicar que la luz viaja en partículas discretas. Los estudiantes, si están bien entrenados y son sofisticados, no creen en ningún resultado. Verán, el psicólogo sabe que cada sistema nervioso crea su propio modelo del mundo, y los estudiantes de física de hoy saben que cada instrumento también crea su propio modelo del mundo. En ambas psicología y física hemos superado las nociones medievales Aristotélicas de “realidad objetiva” y hemos entrado en un reino no-Aristotélico, aunque en ambos campos aún estamos inseguros (y prontos a discutir con el otro) sobre qué nuevo paradigma reemplazará el paradigma Aristotélico de falso/verdadero de los siglos pasados.

La famosa ecuación de Claude Shannon de la información contenida en un mensaje, H, dice:



H = -∑pi loge Pi



El lector aterrorizado por las matemáticas (persuadido por los maestros incompetentes de que “yo no puedo entender esas cosas”) no deben entrar en pánico. ∑ simplemente significa “la suma de”. El símbolo Pi nos dice qué se estará sumando, específicamente las distintas probabilidades (P1, P2…etc hasta Pn donde n es igual al número de señales en el mensaje) que podemos predecir de antemano lo que vendrá a continuación. La función logarítmica simplemente muestra que esta relación no se acumula aditivamente sino logarítmicamente. Nótese el signo menos.  La información en un mensaje es igual al negativo de las probabilidades que se pueden predecir que vendrán luego en cada paso del camino. Entre más fácil es predecir un mensaje, menor es la cantidad de información que contendrá el mensaje.



Norbert Weiner simplificó una vez el significado de esta ecuación al decir que la gran poesía contiene más información que los discursos políticos. Nunca sabrás que viene después en un poema verdaderamente creativo, pero en un discurso de George Bush no sólo se sabe qué viene luego, probablemente puedas predecir todo el discurso, en general, antes de que él haya abierto la boca.

Un filme de Orson Welles tiene más información que un filme ordinario porque Orson nunca dirigió una escena como cualquier director lo haría.



Como la información incrementa logarítmicamente, no aditivamente, la medida de flujo de información ha aumentado establemente desde los albores de la historia. Para citar algunas estadísticas del economista francés George Anderla (bastante familiar ahora, para los lectores de mis libros) la información se duplicó en los 1500 años entre Jesus y Leonardo, se duplicó de nuevo en los 250 años desde Leonardo hasta la muerte de Bach, se duplicó de nuevo al principio de nuestro siglo, etc. Y se duplicó otra vez en los siete años entre 1967 y 1973. El Dr. Jacques Vallee calculó recientemente que la información se duplica actualmente cada 18 meses.

Obviamente, entre más rápido procesamos información, más ricos y complejos se hacen nuestros modelos o glosas –nuestros túneles de realidad.



La resistencia a nueva información, sin embargo, tiene un fuerte cimiento neurológico en todos los animales, como indican varios estudios de impresión y condicionamiento. La mayoría de animales, incluyendo a la mayoría de primates domesticados (humanos) muestran una impactante habilidad de “ignorar” ciertos tipos de información—las que no “encajan” en su túnel de realidad impreso/condicionado. Generalmente llamamos a esto “conservadurismo” o “estupidez”, pero aparece en todas partes del espectro político, y en sociedades aprendidas así como en el Ku Klux Klan.

Para el psicólogo transaccional, y aún más para el psicólogo cuántico, algo tan absurdo como la lepufología contiene muchas pistas de cómo los humanos procesarán o no, nueva información.

Por ejemplo, en la Flying Saucer Reveiw Noviembre de 1978, página 17, se puede encontrar un reporte de un OVNI que robó todos los conejos de la conejera de un granjero.

Verdadero o falso o lo que sea, este reporte contiene alta información, porque la mayoría de nosotros no han escuchado de OVNIs que secuestren conejos. La señal tiene alta imprevisibilidad.

En UFO Phenomena and B.S. editada por Haines, página 83: un encuentro cercano en donde el “piloto” se veía como un conejo gigante.

El contenido de la información dio un salto cuántico. ¿Dos historias OVNIs/conejos?

Pero la Red Mutua de Observación del Conejo de Pascua RMOCP* (una rama de la menos bizarra Red Mutua de OVNIs, o RMOVNI) tiene docenas de estas historias en sus archivos. (También poseen, como lo habrá adivinado, un extraño sentido del humor.)



Tómese esto como una deliciosa extravagancia o sinsentido siniestro, archívelo como quiera de acuerdo a su propio túnel de realidad, pero—nuestro banco de información se ha hecho más rico. Docenas de historias OVNI/conejo indican algo sobre los OVNIS, o algo sobre la psicología humana, algo nunca antes sospechado.

Si el lector tiene una reacción estadísticamente normal a estos datos, entonces él o ella entenderá mejor cómo los grupos que le disgustan logran “ignorar” o resistir la información que parece tan importante para Ud.…





Ejercicios

Permita que cada miembro del grupo haga un dibujo de la habitación en dónde se reúnen, vista desde el lugar en donde están sentados. (Esto no constituye un concurso artístico, así que no se preocupe si no puede dibujar tan bien como alguien más en el grupo.) Comparen los dibujos, no como “arte”, pero como realidades-túnel. ¿Algún dibujo parece más “verdadero” que todos los demás?
Permita que cada miembro del grupo realice un dibujo de arquitecto (ej., un plano) de la habitación. ¿Por qué estos dibujos, al terminarse, se ven más similares que los dibujos desde las perspectivas personales? Discuta.
¿Cuál consideraría más “real”—el plano arquitectónico abstracto—que muestra algo que nadie nunca ve empíricamente pero en la que todos acuerdan que sirve a una función útil—o los distintos dibujos de perspectivas individuales, que muestran las “realidades” plurales que la gente puede ver, pero que no tienen función práctica?

Oscar Wilde dijo, “Todo el arte es bastante inútil”. Discuta.


Fuentes

Quantuum Psychology, How Brain Software Programs You and Your World
Robert Anton Wilson
First Edition 1990

Traducido por La_Calabaza

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