El problema no fue amar, El problema no fue haberme sentado
desde la niñez en la cima de las azoteas mirando una estrella. Que me hablaba
impaciente con voz silenciosa.
El problema no fueron los días de espera, ni una vida de adoración
a un fantasma.
El problema no fue ni siquiera haber luchado contra un
destino adverso ni alejas las moscas que me devoraban poco a poco.
El problema fue la expectativa, la expectativa no mata, ni
siquiera hiere, es un sueño profundo de cómo se visualiza al amor y a la
persona de quien eliges enamorarte.
El dolor y la miseria vienen después, justo cuando la expectativa
se quita el disfraz de diosa, de amor puro y desinteresado, cuando la imagen
clara y pura desaparece ante tus ojos impotentes, y se muestra tal como es.
El problema fue querer luchar contra la naturaleza de las
personas, y el dolor de darte cuenta de las verdades, y preferir volver a la
mentira, el problema es dar una y otra y otra oportunidad, cuando los cuervos
ya están devorando las tripas de la mentira.
El problema no es y nunca será entregar el corazón, o querer
guardarlo, o incluso querer arrancártelo para evitar un sentimiento fallido
hacia una persona que te reemplaza como se reemplaza cualquier objeto sucio y
viejo.
El problema es aferrarse al recuerdo de lo que creíste de la
persona, la expectativa y duele ver como una persona se convierte de lo que más
“te amo” a alguien para lo que importas nada.
El problema no es retirarte con la cola entre las patas
mientras extrañas las acciones amorosas y sientes que la vida se te consume
cuando tu alma se va desprendiendo de ese sentimiento.
El problema verdadero es no recoger tus cosas antes de
retirarte, guardar el recuerdo, dejar el amor y dejar tu corazón aun cuando
yazca en un bote de basura.
El problema de las personas es creer que después del amor
hay algo más que no sea olvido, o creer que debe haber odio, intentar traer
amistad a donde hubo entrega alguna vez, pues alguno de los dos no cederá al
olvido y guardara el sentido de permanencia por mucho, mucho tiempo.
El problema no es mirar a la estrella, a la que esperabas
desde niño sentado en una azotea, con una mente difusa, que no es la tuya llena
de recuerdos de muchas vidas, esperando que como siempre, esa persona destinada
vuelva para una vez más intentar estar juntos.
El problema verdadero es perdonar la traición, mejor perdónate
tu, monta en el viento y retírate lejos, donde no exista mas esa persona, donde
muera en tu mente y en tu corazón.
Porque ni siquiera el tiempo es lo que realmente cura las
heridas que alguien pueda dejarte, el problema es que el tiempo no se mide en sanación,
es el olvido quien debe tragarse toda la porquería que te deja alguien cuando
te hace daño.
Si algún día esa estrella baja, hablándote de amor, te
ilusiona y te cobija, no hay problema en seguirla amando, ama, entrega, diviértete
y se leal.
Pero si esa estrella te quema aunque sea una vez, no
permitas que te incinere, y deja que el olvido se la trague. Las estrellas
deben brillar en el cielo, donde no te puedan quemar.
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