domingo, 30 de octubre de 2016

El problema

El problema no fue amar, El problema no fue haberme sentado desde la niñez en la cima de las azoteas mirando una estrella. Que me hablaba impaciente con voz silenciosa.
El problema no fueron los días de espera, ni una vida de adoración a un fantasma.
El problema no fue ni siquiera haber luchado contra un destino adverso ni alejas las moscas que me devoraban poco a poco.
El problema fue la expectativa, la expectativa no mata, ni siquiera hiere, es un sueño profundo de cómo se visualiza al amor y a la persona de quien eliges enamorarte.
El dolor y la miseria vienen después, justo cuando la expectativa se quita el disfraz de diosa, de amor puro y desinteresado, cuando la imagen clara y pura desaparece ante tus ojos impotentes, y se muestra tal como es.

El problema fue querer luchar contra la naturaleza de las personas, y el dolor de darte cuenta de las verdades, y preferir volver a la mentira, el problema es dar una y otra y otra oportunidad, cuando los cuervos ya están devorando las tripas de la mentira.
El problema no es y nunca será entregar el corazón, o querer guardarlo, o incluso querer arrancártelo para evitar un sentimiento fallido hacia una persona que te reemplaza como se reemplaza cualquier objeto sucio y viejo.
El problema es aferrarse al recuerdo de lo que creíste de la persona, la expectativa y duele ver como una persona se convierte de lo que más “te amo” a alguien para lo que importas nada.
El problema no es retirarte con la cola entre las patas mientras extrañas las acciones amorosas y sientes que la vida se te consume cuando tu alma se va desprendiendo de ese sentimiento.
El problema verdadero es no recoger tus cosas antes de retirarte, guardar el recuerdo, dejar el amor y dejar tu corazón aun cuando yazca en un bote de basura.
El problema de las personas es creer que después del amor hay algo más que no sea olvido, o creer que debe haber odio, intentar traer amistad a donde hubo entrega alguna vez, pues alguno de los dos no cederá al olvido y guardara el sentido de permanencia por mucho, mucho tiempo.
El problema no es mirar a la estrella, a la que esperabas desde niño sentado en una azotea, con una mente difusa, que no es la tuya llena de recuerdos de muchas vidas, esperando que como siempre, esa persona destinada vuelva para una vez más intentar estar juntos.

El problema verdadero es perdonar la traición, mejor perdónate tu, monta en el viento y retírate lejos, donde no exista mas esa persona, donde muera en tu mente y en tu corazón.
Porque ni siquiera el tiempo es lo que realmente cura las heridas que alguien pueda dejarte, el problema es que el tiempo no se mide en sanación, es el olvido quien debe tragarse toda la porquería que te deja alguien cuando te hace daño.
Si algún día esa estrella baja, hablándote de amor, te ilusiona y te cobija, no hay problema en seguirla amando, ama, entrega, diviértete y se leal.

Pero si esa estrella te quema aunque sea una vez, no permitas que te incinere, y deja que el olvido se la trague. Las estrellas deben brillar en el cielo, donde no te puedan quemar.

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