La oniromancia es el arte de adivinación basado en los sueños, tanto propios como ajenos. Es una técnica bastante compleja, que requiere mucho tiempo de aprendizaje y una observación y registros detallados.
Sumergirse en la interpretación de los sueños es iniciar un viaje apasionante, pero lleno de escollos. A fin de poder tener algunas pautas seguras a la hora de trabajar con ellos, es necesario conocer el mecanismo de las producciones oníricas y las causas generadoras de imágenes oníricas.
Si bien los sueños se han considerando como oráculos en la antiguedad y fueron estudiados por muchas culturas, recién a fines del siglo XIX Sigmund Freud, psicoanalista suizo, elaboró un sistema de interpretación basado en sus observaciones y estudios sobre las neurosis y entre ellas, la histeria. Estos datos vinculan a los sueños con producciones del inconsciente, expresados no de manera pura, sino a través de símbolos arquetípicos presentes en casi todas las culturas. De este modo, los sueños aparecen deformados y confusos a una simple lectura, conllevando no obstante, un rico material inconsciente que puede ser reconocido y analizado por alguien entrenado.
¿Qué tener en cuenta a la hora de buscar respuestas en nuestros sueños? Uno de los aspectos más importantes, es aceptar que lo que el sueño nos muestra no siempre –de hecho, muy pocas veces- encuentra equivalencias en el mundo cotidiano. Por ello, hay que aprender a familiarizarse con fenómenos propios de la mente, como son la proyección, la identificación y el simbolismo.
La proyección es aquel mecanismo psíquico por el cual diversas características que nos son propias son reflejadas y puestas en el entorno. De ese modo, podemos proyectar nuestra furia y agresión en un tigre que aparece en nuestros sueños. Los contenidos inconscientes pueden proyectarse en uno o varios elementos. Podemos estar en una fiesta rodeados de personas que se destacan cada una por una cualidad diferente –no necesariamente positiva a nuestros ojos-, que no son más que la suma de esos mismos rasgos nuestros, proyectados en los otros.
Por el contrario, el efecto inverso es la identificación; tomamos características que no poseemos de otros, o del medio. Podemos, en ese caso, soñarnos con atributos que no nos pertenecen, podemos vernos como animales o plantas, por haber interiorizado sus comportamientos o características. En ambos casos –proyección e identificación- es bueno detenernos y preguntarnos qué es lo que nuestro inconsciente nos quiere hacer saber de esa situación.
El simbolismo pretende tapar rasgos o aspectos que son tabú, tanto para nosotros como para la sociedad en la que vivimos. Se consideran tabúes el incesto, el crimen, algunas inclinaciones sexuales e incluso la misma sexualidad del sujeto, que puede estar reprimida en diferentes grados o aspectos.
Símbolos fálicos son representados, en general, por objetos con punta o con una forma que recuerde a los genitales masculinos, incluidos algunos animales (la serpiente es el más reconocido). Los femeninos, por su parte, adquieren forma de elemento contenedor (casa, maleta, copa, boca). La actividad sexual se simboliza por medio de actividades de otro tipo: bailar, comer, cabalgar. El sueño común de caída se asocia a la representación y realización de la masturbación. La excitación sexual es simbolizada por animales agresivos pero a la vez atractivos: tigres, leopardos, leones, etc. Las ansias de venganza o agresión suelen tener como representantes también a animales de gran fuerza y fiereza, y sólo en el contexto total del sueño puede comprenderse a qué se debe su manifestación y si responden a deseos sexuales o de agresión.
Lo que las imágenes oníricas tratan de hacer es mostrarnos un aspecto oculto a nosotros mismos, pero no por eso inexistente.
Muchas de estas imágenes se forman por los llamados “restos diurnos”, es decir, la psiquis toma un hecho realmente sucedido en estado de vigilia y luego lo recrea o deforma. Recordemos que uno de los fines del sueño es preservar el descanso, la mente nos mantendrá ocupados y entretenidos con imágenes, tanto como le sea posible. De ahí que incluso ante ciertas necesidades fisiológicas se intente mantener el sueño y tratar de saciar la necesidad simbólicamente (tenemos sed y soñamos que tomamos agua).
Pero más allá de esto, nos preocupan los sueños proféticos, aquellos que guardan relación con situaciones futuras que vivimos, a posteriori del sueño, en nuestra vida. Freud negó la relación entre estos fenómenos, argumentando que ante un hecho que se presenta, el sujeto tiende a relacionarlo falsamente con algo que cree haber soñado, haciendo una deformación de los hechos y fantaseando a nivel inconsciente, si bien se trata nada menos que de “recuerdos falsos”, es decir, nunca ocurridos, tan sólo imaginados –sin consciencia de que lo son. Yo opino diferente, al igual que muchos autores.
En el acto del soñar es posible que también tengamos acceso a un plano paralelo. No es algo que suceda todas las veces, pero de hecho, quienes estudian estos fenómenos creen que es bastante frecuente. Si esta teoría es cierta, nada nos impide entonces recorrer ese otro plano, el astral, y obtener de allí las imágenes que vemos mientras estamos dormidos. Puesto que este plano se caracteriza por una ausencia de tiempo lineal, tal como lo conocemos en esta realidad, y las distancias no son una variable, nos encontramos con que todo está “aquí y ahora”, y que no hay antes ni después, incluso muchas veces nos soñamos de menor edad, o vemos a la gente como era “antes”; tengamos en cuenta que ese “antes” se refiere a nuestra realidad cotidiana. Es factible extraer, entonces, información de ese plano. Muy posiblemente, sean esos datos los que luego, dentro del tiempo lineal en que existimos cotidianamente, vemos como “sucesos futuros”.
El estado de trance es bastante similar, y también conecta con ese plano astral; de ahí que muchos videntes y magos –brujos, chamanes, hechiceros, etc.- obtengan información valiosa que les permite anticipar, curar, manejar ciertos datos que escapan a la consciencia. Son el inconsciente y el subconsciente –esta parte, más en contacto con la consciencia pero no totalmente- los únicos que pueden acceder a este plano.
Con la práctica, los sueños pueden programarse y manipularse a voluntad, a fin de obtener enseñanzas de ellos. Un método que puede dar buenos resultados es anotarlos en cuanto despertamos, a fin de ir logrando, con el tiempo, un patrón detallado de los mismos; con un poco de paciencia, podremos reconocer que nuestros sueños se orientan hacia determinados aspectos, ya que pretenden hacernos conocer algo que casi siempre es importante para nosotros, sea esto desde el plano psicológico, tanto como el mental o mágico.
Definitivamente, pese a que los psicoanalistas descreen de la cualidad oracular de los sueños, debemos reconocer que muchas veces nos están dando pistas y datos valiosos que solemos olvidar, y que a través de un registro podemos descubrir indicios valiosos sobre temas como nuestro propósito en la vida, vidas pasadas –para quienes creen en ello-, sucesos futuros y mucho más.
Fuentes
Astrid Griesser, escrito para Habitantes del Caos.
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