La creación de un catálogo de entidades astrales es una tarea casi imposible. Quien conozca dicho espacio, sabe perfectamente que los entes que habitan el astral no tienen una forma determinada, sino que "asumen" la más conveniente. Por ello, el presente artículo intenta pasar revista a algunas de estas tal como son percibidas desde nuestra realidad. Y sólo me limitaré a hablar de unas pocas.
Indice
Espíritus, fantasmas y seres desencarnados
Opacidades, cascarones y larvas
Entidades:
3.1. ¿Qué son?
3.2. Los seres sombra o gente de las sombras
3.3. Hat man
3.4. Tall hat man
3.5. Entidades demoníacas o maléficas
Síntomas y prevención
Anexo: Parálisis del sueño
Los habitantes de esta realidad 3D, de este mundo consensuado, en ocasiones tenemos vislumbres de la existencia de algo que excede a lo habitual y la extraña sensación de que más allá de nuestra conocida cotidianeidad hay todo un universo que no es perceptible por nuestros sentidos, excepto de manera ocasional y fugaz.
Muchos de nosotros hemos podido sentir o ver algo que podemos clasificar como seres que no pertenecen a nuestro plano de existencia. Si no nos ha tocado, sabemos de terceros a los que le han sucedido hechos de este tipo, encuadrados en la terminología de “paranormal”. En el peor de los casos, tenemos acceso a ese mundo, aunque de manera un tanto desfigurada, gracias a los esfuerzos hollywoodenses en sus películas de terror. Por lo general, llamamos a ese plano intangible y poco accesible Astral o Plano Astral. De ahí, al parecer, provienen todos nuestros temores y pesadillas que involucran extrañas entidades, casi siempre inmateriales. Las historias acerca de lo observado son tan variadas que bien vale la pena preguntarse si es que esos seres son tan diferentes entre sí que merezcan todo un estudio o categorización, a fin de apreciar un poco sus particularidades. Nos detendremos, por razones obvias, solamente en aquellos considerados peligrosos o dañinos para los seres humanos, ya que algunos habitantes del astral no suelen presentarse, interactuar con seres humanos ni causar daño.
Advertencia: No se incluyen en este informe entidades extraterrestres, por lo ambiguo de su clasificación y porque, en lo personal, tengo mis dudas acerca de este tipo de seres y su plano de pertenencia.
Espíritus, fantasmas y seres desencarnados
Una parte de la fauna del astral la constituyen, al parecer, los restos etéricos de seres que en vida estuvieron de este lado, pero que una vez muertos no quieren irse del todo y continúan entre nosotros. No es tan infrecuente, pero por lo que se hipotetiza, se trata solamente de restos de algunos de los vehículos que constituyen el cuerpo de cualquier ser evolucionado (no se ha podido comprobar que los animales entren en esta categoría… de hecho, nada de todo esto ha sido posible comprobar a un nivel aceptado por los parámetros científicos más comunes). Las corrientes orientalistas que estudian el fenómeno aseguran que esas visiones son, apenas, residuos del cuerpo emocional o el llamado “doble etérico”, un vehículo sutil que almacena energía de acuerdo a su grado de apego a la vida física y a ciertos sucesos relacionados con ella, por lo que, si nos encontramos con un fantasma belicoso, podemos asegurar que parte de la persona que era en vida guardaba dentro de sí una interesante cuota de odio, que antes era equilibrada por los otros cuerpos (quizás el mental) y no se expresaba de esa manera cuando estaba viva… o quizás sí.
Una vez sucedido el desprendimiento del cuerpo físico, cada vehículo se separa y fragmenta, dejando limpia la esencia del ser. Es así como nos libramos de experiencias, sentimientos y apegos. Pero esos fragmentos, liberados, guardan el germen de lo que fueron y expresan su propia naturaleza. Hasta tanto se agote la energía acumulada, ese fragmento buscará expresarse y en ocasiones, a fin de no extinguirse, hasta es posible que busque un nuevo huésped. La posesión por parte de estos restos es más común de lo que se cree y muchas personas se han encontrado con interesantes cambios de personalidad o con hábitos nuevos casi de la noche a la mañana, sin que comprendan muy bien de dónde les vienen. En lo personal, opino que estos restos encuentran una forma de “alimentación” aún sin posesión, es conocido el hecho de que se aparezcan con más frecuencia ante personas que les temen.
Por otro lado, algunos de estos fragmentos parecieran guardar la memoria de una tarea por realizar, una labor por concluir y se presentan con el fin de llevarla a cabo, puesto que eran aspectos de la personalidad de alguien que ponía un gran énfasis en ocuparse de ella. Es común el relato de madres fallecidas que aparecen a sus hijos con la intención de continuar cuidándolos, particularmente si estos aún son pequeños, puesto que la función materna era primordial en la vida de ella y un aspecto muy cargado de energía. También son comunes los fantasmas de niños, en este caso, restos que ignoran cómo abandonar el espacio al que estaban apegados, o que aún buscan a su madre para que los guíe y cobije.
Todos los fantasmas están condenados a desaparecer, debido a que la energía que los anima se agota lentamente. Es importante mencionar que estos restos o fantasmas pueden ser hostiles con las personas que consideran que invaden el espacio al que ellos están adheridos o que entorpecen la supuesta tarea que aún creen que deben llevar a cabo, y hay centenares de reportes de ataques. Si la energía presente en los restos es suficiente, pueden interactuar con el medio moviendo objetos y haciendo sonidos, incluso agrediendo con fuerza a las personas.
Opacidades, cascarones y larvas
Estos son otros habitantes del astral bastante frecuentes, cuya génesis, por lo que ha podido saberse, responde a dos causas: se generan en el mismo plano y los generamos nosotros. Se las denomina EAPs (Entidades Astrales Parasitarias). A partir de nuestros sentimientos, que se separan lentamente de nuestro campo áurico, adhiriéndose a elementos de nuestro ambiente, van formándose tenues acumulaciones de energía degradada, al principio tan delicadas como pequeñas telas de araña o como volutas de humo, pero a medida que transcurre el tiempo pueden aumentar si son alimentadas por la misma energía que les dio origen. No se sitúan específicamente en el plano en que sucede nuestra realidad, sino en el subplano astral, por lo que no son perceptibles a simple vista. Emociones negativas, dañinas para nuestro organismo, alimentan a estos entes y hará que crezcan en tamaño, pasando gradualmente de ser pequeñas opacidades a cascarones y larvas. Son formas de energía sin sentimientos y con una vida muy diferente a la que conocemos; podría decirse que habitan en la primera y segunda dimensión, adheridas a paredes, techos, pisos, muebles y ropa. Suelen estar en los rincones, a ras del piso o de los techos. Por esa razón, se pegan como papel engomado a nuestro calzado, haciendo que sea muy sencillo transportarlas de un ambiente a otro.
Mientras más fuerte sea una intención, un deseo, un sentimiento, más contribuimos a crearlas o alimentarlas. Emociones muy fuertes, como la rabia, el odio, la envidia, el resentimiento, las obsesiones, una pena profunda y persistente y aún el gozo desenfrenado, como también ciertos actos violentos (agresiones verbales, gritos, peleas, violencia verbal y física) las forman y continúan aportándoles alimento para que crezcan. Aquellas cuya polaridad es negativa no cambian la polaridad ante eventos positivos, ni mueren si se suspenden los actos o emociones que las originaron. En estos casos, en los que la entidad se siente hambrienta y no consigue el sustento para mantener su vida, buscará un huésped para adherirse y alimentarse.
Los cascarones son estas mismas formaciones que llevan un tiempo alimentándose, y adquieren mayor tamaño y densidad. Suelen tener un tono amarronado o gris oscuro, muchas veces con forma de algo semejante a una serpiente, a veces enroscadas sobre sí mismas. Se las aprecia sólidas, se mueven por su cuenta y dan toda la sensación de estar vivas, aunque se comprende que, en realidad, son replicadores de emociones, simplemente emanan emociones semejantes a las que los formaron y alimentan.
Las larvas son entidades más desarrolladas, con una forma bastante semejante a la humana, pero carecen por completo de inteligencia. Oscuras y frías, se las puede sentir como una presencia nefasta y atemorizante. Reitero que no son seres vivos en el sentido que entendemos por vida, pero al replicar el campo energético de ciertos sentimientos, hacen que ese campo sea perceptible para nosotros como un “algo” hostil, presente en el medio, que muchas veces nos genera sensación de malestar, ahogo y temor. Podemos captar el ambiente denso, pesado y un notorio malestar, que será mayor cuanto más sensitiva sea la persona. Muchas veces estas entidades intentan “copiar” la forma humana y se presentan con ese aspecto, aunque grotesco e inacabado.
Peligrosas en nuestro ambiente, lo son mucho más si se mantienen adheridas al campo áurico de la persona, puesto que, además de alimentarse de la energía de la persona en cuestión, con lo cual la debilitan, es común que parasiten directamente algún chakra, lo que causará todo tipo de molestias y manifestaciones, primero en los vehículos más sutiles y posteriormente a nivel del soma. Algunas dañan el revestimiento del aura, dejándolo en jirones, la energía se escapa y quedamos expuestos a ataques astrales, psicológicos y de microorganismos patógenos. Quienes tienen entrenamiento en visualizar auras y entidades astrales, pueden detectarlos con facilidad, aunque no siempre es sencillo eliminarlos.
No son seres ni buenos ni malos, su objetivo no es dañarnos pero si logran adherirse a alguno de nuestros centros energéticos, realmente nos causan mucho daño, ocasionando una larga cadena de síntomas que terminan siempre manifestándose en el plano físico. Tal como ya se dijo, el cuerpo se debilita y se hace más propenso a infecciones y enfermedades. Muchos resfriados, gripes, bronquitis y catarros, como también algunas enfermedades de la piel, alergias y dolores musculares y de cabeza se asocian, desde lo esotérico, a la parasitación por este tipo de formas sutiles.
Más adelante veremos cómo detectarlas y prevenir su presencia.
Entidades. ¿Qué son?
Las entidades son un tema aparte. Se ha clasificado más de un tipo, entre ellas se encuentran los llamados “seres sombra” o “gente de las sombras”. Tienen movilidad similar a la de los humanos, y son muchas veces percibidos por el ojo humano, generalmente con la visión periférica, aunque los niños los ven claramente y algunas personas también. Podemos decir que la mayoría son decididamente hostiles y buscan tomar energía vital de los seres humanos (en raros casos lo hacen de las mascotas domésticas). Algunas de estas entidades, si bien poseen movilidad, permanecen en sitios claves, otras son deambuladoras. Cuando se adhieren al campo áurico de una persona causan terribles daños, ya que se alimentan de sus centros energéticos, causando obsesiones, alucinaciones, tendencia de repetir los estados que las han creado; la persona huésped se torna violenta, impaciente, su personalidad cambia de manera constante, no puede concentrarse, manifiesta pérdida de memoria y su modo de relación con los demás cambia, se angustia, se deprime, se torna inexplicablemente ansiosa. Sufre constantes enfermedades y malestares, desde las más leves como la fiebre y calambres, pasando por la psoriasis y según algunos autores, patologías oncológicas. La entidad llevará a la persona a la muerte si no se hace algo para eliminarla.
Muchas veces se confunde a las entidades con fantasmas, y la verdad, es realmente difícil determinar cuándo se trata de formas fantasmales, sobre todo porque estas entidades pueden asumir formas ajenas a sí mismos.
Pero por lo general, las entidades se presentan como seres mucho más corpóreos, con masa y la propiedad de, pese a eso, atravesar muebles y paredes. Su aspecto es atemorizante y sus expresiones generan estado de pánico; muestran afilados dientes, ojos de color no habitual como fosforescentes y algunos poseen extremidades con dedos extremadamente largos. Por otro lado, los fantasmas no parasitan directamente a las personas.
En la mitología árabe encontramos los djinns, una clase de seres oscuros y malvados, que hostigan y lastiman a la gente. Se los asocia con los seres sombra, (aunque también con los demonios) entes que han logrado un grado de independencia muy grande, con atributos como la inteligencia y que se alimentan directamente del miedo de las personas, puesto que las vibraciones del miedo consumen una gran cantidad de energía vital, energía que es expulsada o emanada del cuerpo. Estas entidades, oscuras y envueltas en algo parecido a una túnica, muchas veces con rostro o algo similar a él tienen preferencia por los niños y personas debilitadas psíquicamente. Es extremadamente raro que alguien con un cierto equilibrio interior se encuentre con una de ellas. Al igual que los fantasmas, se las asocia a un sitio particular, no es frecuente que se manifiesten en, por ejemplo, todas las casas de un barrio. Algunas parecieran estar unidas a alguna familia o apellido en especial, a veces de individuos relacionados a la magia o la brujería.
Enlace a la segunda parte en Habitantes del Caos.
Bibliografía consultada:
Kardec, Allan - El Libro de los Espiritus
Sardom, S., Bagineski, B. - El Gran Libro de los Chakras
Dion Fortune - Autodefensa psíquica
Sagan, Samuel – Entes parásitos del cuerpo energético.
http://casiopeos.blogspot.com.ar/2011/06/entidades-astrales-personalidad.html
http://investigacioninsolita.com/2011/08/31/los-seres-de-sombra/
http://pijamasurf.com/2011/05/los-seres-de-sombra-entidades-paranormales-que-comparten-nuestra-cotidianidad/
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