martes, 21 de noviembre de 2017
La búsqueda de la diosa de la victoria.
La búsqueda de la diosa de la victoria.
Cierta tarde en el centro de la ciudad italiana conocida como Milán, un par de figuras cubiertas por capuchas, cargando unas pesadas cajas a sus espaldas caminaba por las calles hacia las afueras de dicha ciudad, con pasos tranquilos y silenciosos ambas figuras, una de mediana estatura, que dejaba asomar por la capucha unos mechones de color blanco y la otra que no se le veía el rostro pues portaba una máscara que solo dejaba ver el tabique de su nariz y un par de ojos de un color gris pálido y unas pobladas cejar negras, el segundo traía una capucha bastante gastada, ambas de un color café deslavado, y sujetaban unas correas que sostenían las cajas mencionadas a sus espaldas por los hombros.
Caminaban por un sendero, angosto, que subía por una colina, por los costados crecían manzanos que mostraban sus frutos color carmesí los cuales pendían por toda la copa de varios árboles, todos ellos a sus pies estaban adornados por diversos tipos de flores que le daban un bello aspecto a el lugar, lejos se escuchaba el trino de las aves, mismas que surcaban el cielo en bandadas y una carreta iba en dirección contraria.
El hombre que la dirigía, un hombre maduro de aproximadamente 50 años mascaba una rama de trigo y se cubría del sol con un enorme sombrero fabricado en paja, vestía un chaleco café y una camisa a cuadros, con un pantalón de mezclilla y un par de botines de color café, se detuvo un momento mientras los dos extraños pasaban al lado de su carreta, tirada por un par de caballos de tiro, una yegua café claro y un viejo caballo de color blanco sucio.
Ambos encapuchados pasaron de largo mientras el viejo los veía, torciendo la boca con un gesto algo confundido, pues se dirigían a las cordilleras, donde hace tiempo no subía nadie, se froto el nacimiento de una barba pintada con algunas canas, hasta que se decidió y se deslizo hacia debajo de la carreta, yendo a la parte trasera, mientras soltaba un grito a los extraños.
-Ey ustedes! Hacia donde se dirigen?- pregunto el viejo mientras a escondidas metía una mano bajo la manta que cubría su carga, apretando la cacha de una vieja escopeta cargada, solo por si acaso. Ambas figuras se detuvieron un momento, mientras el de más baja estatura soltó al suelo la pesada caja, ambos giraron y una vez libre de su carga se acerco tranquilamente al anciano quitándose lentamente la capucha mientras el otro guardo silencio esperándolo más atrás. El hombre resulto ser un joven, no mayor a los 25 años con una larga y tupida melena blanca y cejas del mismo color, y unos ojos picaros y una expresión un tanto despreocupada.
-Saludos viejo!- entono mientras se detenía a unos cuantos pasos de el –Viejo?- dijo el hombre en voz baja. –Nos dirigimos a las cordilleras, mi compañero y yo vamos…de excursión- mintió mientras trataba de mostrarse afable ante aquel aldeano.
-A las cordilleras?- medito el hombre mientras soltaba la escopeta y se llevaba la mano al bolsillo, sacando una vieja pipa que encendió, solo hasta que le dio unas cuantas bocanadas, soltando un humo denso y maloliente cerro un ojo inspeccionando al joven.
-Tal vez deberían tomar otro camino.- sentencio mientras chasqueaba los dientes- Las cordilleras últimamente son muy peligrosas, hay bandidos y se cuenta que hay fantasmas, si siguen el sendero por el que vienen podrán rodearlas, quizás tardaran un poco más en llegar a su destino pero más vale ir por la segura.- finalizo mientras volvía a absorber el humo de la pipa para después soltarlo lentamente hacia arriba.
El joven peliblanco arqueo la ceja y luego sonrió. –Gracias por el consejo amigo, pero no le tenemos miedo a los fantasmas y en cuanto a bandidos, mas les vale no toparse con nosotros- Gruño- de hecho no queremos rodearla, queremos llegar directo al corazón del bosque a los pies de las cordilleras, podrías indicarnos el camino?- pregunto en un tono que mas que amable sonó a orden.-El viejo abrió la boca como si hubiera oído algo imposible de pensar, sin embargo recobro la compostura y luego añadió –Esta bien, es su vida amigos, pueden seguir, a partir de un kilometro encontraran una desviación con una vereda de gravilla, y un árbol muerto en medio, sigan el camino de la izquierda y los internara en el bosque, aunque sigo pensando que deberían evitar ir ahí, pronto anochecerá y los bosques de noche son demasiado peligrosos, pero bueno, es su vida. – Al finalizar metió la mano por la manta removiéndola un poco para sacar una pequeña mochila de cuero color café, bastante vieja por su aspecto, y comenzó a hurgar dentro de ella hasta sacar un poco de queso, envuelto en una tela de color blanco y una hogaza de pan largo. –Tengan, para el camino, les vendría bien comer un poco.
-El peliblanco se sorprendió de el gesto estirando las manos para recoger los alimentos y le sonrió de lado al anciano dando las gracias, poco después daba la vuelta hacia su compañero mientras agitaba los brazos al hombre que ya había subido a su carreta y recomenzado su camino.
-Ey X!- gritoneo el albino- mira! Ese anciano me ha indicado un camino y me ha regalado un poco de comida. Tienes hambre?- pregunto.
El hombre de mas estatura uso una de sus manos para retirarse la capucha, tenía el rostro cubierto por una máscara de cuero y un gesto de pocos amigos en los ojos claros.
-Tsk! No te hubiera regalado un vino en vez de eso.- refunfuño mientras soltaba la caja a un costado del sendero y se tiraba cerca de un manzano. El albino trepo por el mismo árbol hasta alcanzar un par de manzanas y las arranco, dando una mordida a una mientras se guardaba la comida entre las ropas holgadas. –Ese es tu problema grandulón, prefieres beber que alimentarte, no entiendo de donde sacas fuerzas para pelear, aunque admito que siempre que te he visto pelear borracho (casi siempre) pareces más fuerte que estando en tu juicio-
-jajá es verdad, el alcohol me ayuda a concentrarme y a desenfrenar mi poder- agrego el pelo negro mientras cerraba los ojos y recargaba su nuca sobre las manos entrelazadas por detrás de su espalda.-Crees que sea cierto Sebasthian? Estará aquí el objeto que nos enviaron a buscar?-
El chico de cabello blanco se sentó a un costado del grueso tronco de manzano mientras continuaba devorando tranquilamente la fruta. –No lo sé pero los informes que llegaron al santuario eran bastante fiables según Grief, así que supongo que sí, sabes? El viejo dijo que en el bosque abundaban fantasmas y bandidos tu qué opinas?-cuestiono Sebasthian mientras miraba a su compañero de viaje.
-Creo que si algún bandido se cruza con nosotros rogara porque se le aparezca mejor un fantasma.- comento tajante el enmascarado. Sebasthian simplemente sonrió.
Pasaron un par de horas antes de que continuaran su camino, siguiendo las indicaciones del viejo que se encontraron por la vereda, dieron el giro necesario y comenzaron a adentrarse al bosque, que cada vez era más espeso y más cerrado a cada paso, justo cuando cayó la noche sobre ellos, seguían su andar seguro mientras llegaban a un pequeño claro.
-Sientes eso X?- pregunto Sebasthian mientras miraba de reojo hacia la espesura de los matorrales que cubrían el débil sendero que desaparecía hasta el claro.
-Tsk, si ahí están tus bandidos y fantasmas, habrá que tener cuidado.- advirtió el enmascarado.
Fue justo cuando volvieron a introducirse entre los árboles, que lo escucharon, el sonido de algo que se movía entre los árboles, y unas risas bastante desagradables, parecía como si muchos pares de ojos los vieran, así que justo en un punto el geminiano azoto la caja que cargaba envuelta en un lienzo de lino blanco, y se retiraba la capucha nuevamente mirando en todas direcciones. Mientras Sebasthian hacia lo propio con la suya.
-Salgan de una vez bastardos!- grito el albino mientras se quitaba completamente la capucha al igual que X las pesadas ropas cayeron con un sonido sordo al suelo a sus costados mientras un grupo de siete hombres les salía al paso, casi no lograban verlos, de no ser pos sus sonrisas en la oscuridad del bosque.
-Que tenemos aquí? Pero si son un par de viajeros extraviados, me encantan los viajeros extraviados- Dijo un hombre adelantándose al grupo, portaba una armadura negra como la misma noche al igual que los otros.
-Caballeros negros?- dijo Sebasthian mientras apretaba los puños –Así que ustedes son los bandidos, y seguramente los fantasmas también no?-
-Vaya pero que inteligente…espera, dijiste caballeros negros? Acaso ustedes saben?- pregunto confundido aquel hombre. Para luego hacer el ademan de una pequeña y brusca reverencia.
-Soy Astreri, de Perros de caza negro, quienes son ustedes? Identifíquense!- ordeno mientras los señalaba, los viajeros se miraron un momento y sonrieron para luego dar rápidamente un tirón a sus cajas las cuales desprendieron un intenso brillo dorado que ilumino la oscuridad, provocando que los hombres que portaban las armaduras negras dieran un paso hacia atrás y se cubrieran el rostro mientras que un sonido metálico rompió el silencio, para cuando pudieron ver, los dos viajeros portaban armaduras doradas, el albino portaba la sagrada armadura de escorpio y el enmascarado la cloth sagrada de géminis, ambos caballeros de oro, la elite misma del santuario al servicio de la diosa Athena.
-Que!?- chillo Astreri, caballeros dorados no puede ser! Águila negra! Corre a avisar al señor Ducari!- ordeno y un hombre que portaba una versión negra de la armadura de plata de Águila salió corriendo al instante mientras asentía con dirección a las montañas.
-Si creen que vamos a dejarlos escapar están equivocados.- amenazo géminis mientras su puño soltaba un brillo dorado, no sabíamos que había caballeros negros aquí, pero de paso vamos a limpiar el lugar de la escoria como ustedes, falsos santos!-
Una lucha comenzó, tres caballeros de plata negros por cada santo de oro, Sebasthian utilizo sus agujas escarlatas y derroto casi al instante a sus oponentes, Hércules, altar y perros de caza negro, mientras que X de géminis hizo lo propio con cuervo, Orión y ofiuco negros, los seis guerreros cayeron fulminados por el poder de los caballeros de oro.
-Mierda pero escapo uno, seguramente hay mas por lo que dijeron- gruño Sebasthian.
-Y si mira, se ha metido en esa cueva lo ves?- añadió X de géminis señalando el lugar por el que entro el águila negra. Ambos santos de oro corrieron hacia aquella cueva y se encontraron con una especie de escalera de caracol, labrada en la misma piedra que descendía por las entrañas de la tierra, en una montaña hueca, y no les quedo más remedio que seguirla cuesta abajo, siguieron al santo negro por un buen rato, hasta que llego a una especie de salón iluminado por antorchas, ahí había una especie de trono enorme, también labrado en la roca, y un numeroso grupo de santos negros y uno en especial sentado en el.
-Mi señor mi señor! Santos de oro de Athena! Vienen siguiéndome!.- grito el fugitivo, el hombre en el trono se levanto traía una capa que adornaba su armadura y su cabello era de color rojo como el fuego levanto un dedo del cual salió un pequeño rayo demasiado veloz para el águila negra y el poder le atravesó el corazón.
-Silencio! Este es mi santuario y aborrezco el ruido!- mascullo en una voz apenas audible, el resto de los santos negros se trago su grito, aquel hombre parecía el líder de ellos y se notaba que era bastante cruel, para ese entonces, Sebasthian y X arribaban.
-Un momento, esa armadura! Al parecer si existen!- grito X
-He dicho silencio!- sentencio el hombre mientras les lanzaba un golpe igual al anterior mismo que ambos dorados esquivaron sin problema
-Vaya, así que los perros de Athena han invadido mi hermoso santuario del silencio- añadió
-Le llamas santuario a esta pocilga?.-refunfuño Sebasthian.
-Soy Ducari, de leo negro, líder de los santos negros, del santuario del silencio en el que están, y también uno de los pilares de NERO.
-Nero?.- dijo X
-No es necesario que sepan más, así que mueran, por perturbar mi silencio. RELAMPAGO NEGRO DE VOLTAJE- grito mientras cientos de rayos se entrelazaban buscando al par de santos de oro de Athena, pero sin emitir sonido alguno, por lo que X y Sebasthian no pudieron evitarlo.
Ducari, levanto de nuevo su dedo mientras el par de dorados comenzaba a reincorporarse. Mientras otra voz emergía de las sombras.
-Espero que no pienses quedarte con esas dos presas Ducari.- Dijo la voz mientras leo negro miraba de reojo sin moverse y sin siquiera hacer un gesto.
-Luca- añadió mientas bajaba el dedo.
Un hombre portando una armadura negra con un par de cuernos sobre los hombros, idéntica a la armadura de Aries se acercaba dando pasos pausados hacia un costado de Ducari.
-Saludos y bienvenidos al santuario del silencio-dijo a modo de saludo, era un hombre moreno, de cabellos negros y desaliñado, desprovisto de cejas y en su lugar tenía dos marcas circulares.
-Un muviano- dijo Sebasthian –Muy perspicaz –Dijo el ariano mientras hacia un ademan cortes hacia ellos. –Soy Luca de Aries negro, uno de los doce pilares de NERO-
-Pilares de Nero? Acaso los santos negros se están organizando?- Algo así. Añadió.
-Déjame al escorpión, Ducari- suplico Luca- Esta bien….Con tal de que mueran rápido y dejen de perturbar nuestro santuario.
-Ustedes los santos negros nunca han podido superar a un santo de Athena real.- Grito Sebasthian mientras los señalaba y la uña de su índice comenzó a crecer.
-Oh es verdad, por generaciones, los santos de Athena nos han derrotado una y otra vez, e incluso encarcelado en la isla de la reina muerte pero en la actualidad todo eso ha cambiado, como verán ahora existimos los santos de oro negro, igual que ustedes somos doce, dirigidos por un patriarca negro y pronto dominaremos el mundo,- dijo Luca.
-Ja! Y como piensan hacerlo con esas armaduras falsas- cuestiono X-
-Estúpidos- mascullo Ducari –Tal vez nuestras armaduras sean imitaciones de las suyas es cierto pero tenemos algo que ustedes no.
-Y que puede ser eso?- dijo Sebasthian.
Luca sonrió y señalo hacia arriba, mostrando algo en la pared que no habían notado, un brillo que manaba de un objeto metálico de gran tamaño cuando de pronto ambos dorados lo reconocieron y dijeron al unisonó.
-El báculo de nike!-
-Así es- respondio Ducari, el símbolo sagrado de la victoria ahora es propiedad de los santos negros así que ahora, es hora de morir y volver al silencio.
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