Los espíritus familiares: animales de poder y asistentes de las brujas
La leyenda de la maléfica bruja y su diabólico animal familiar es bien conocida, y constituye un icono repetido a menudo. Cuando las estaciones cambian y las noches se hacen más largas, no resulta raro observar imágenes y símbolos de una bruja envuelta en una oscura capa con un maligno gato negro o sapo junto a ella. Es éste un fantástico arquetipo de cómo los practicantes de la magia eran capaces en el pasado de controlar la naturaleza y a los animales, aunque es también un eco lejano de las creencias que dieron pie a estos mitos.
La idea de la existencia de criaturas mágicas espirituales ha resonado a lo largo de la historia en mitos sobre la creación del mundo, tradiciones tribales y religiones, pero es solo relativamente reciente el hecho de que animales mágicos y familiares hayan sido reinventados como maléficos o peligrosos acompañantes. Históricamente, los ‘familiares’ o espíritus eran considerados por lo general más una especie de ángeles guardianes que unos seres malignos y demoníacos.
Frontispicio del libro ‘El descubrimiento de las brujas’ (1647), obra del cazador de brujas Matthew Hopkins. En la ilustración se observa a dos brujas identificando a sus espíritus familiares. (Public Domain)
Frontispicio del libro ‘El descubrimiento de las brujas’ (1647), obra del cazador de brujas Matthew Hopkins . En la ilustración se observa a dos brujas identificando a sus espíritus familiares. ( Public Domain )
Los espíritus familiares de las brujas
Mucha gente evoca la imagen de una bruja con un gato o un sapo cuando se habla de espíritus familiares. En los días de la extendida persecución de las brujas en Europa y Norteamérica en la época moderna y antes en la Edad Media, se suponía que las mujeres acusadas de practicar la magia y la brujería poseían un animal que actuaba como su ‘espíritu familiar’, generalmente gatos, perros, búhos, ratones, tritones o sapos. Estos sirvientes de las brujas eran considerados habitualmente demonios de baja categoría o incluso elementales, al igual que por ejemplo las hadas. En la contribución inglesa y escocesa a las leyendas de la época, se decía que los espíritus o animales familiares se alimentaban de la sangre de la bruja. Ésta, a cambio, tenía la posibilidad de servirse de ellos para lanzar hechizos. Los espíritus familiares podían cambiar de forma y actuar como espías. Muchas amantes de los animales completamente inocentes fueron perseguidas por esta ‘antinatural’ complicidad, y se les achacaba todo tipo de infortunios, como que la leche se corrompiera o se echaran a perder los cultivos.
“En el transcurso de los juicios por brujería de Salem, disponemos de escasa documentación acerca de la posesión de animales familiares, aunque se acusó a un hombre de inducir a un perro a atacar por medio de la magia. El perro, curiosamente, fue juzgado, condenado y ahorcado,” revela Patti Wigington en About Religion .
Ilustración de la Inglaterra de finales del siglo XVI en la que podemos ver a una bruja dando de comer a sus animales familiares. Algunos historiadores opinan que los espíritus familiares son un concepto anterior al cristianismo. (Public Domain)
Ilustración de la Inglaterra de finales del siglo XVI en la que podemos ver a una bruja dando de comer a sus animales familiares. Algunos historiadores opinan que los espíritus familiares son un concepto anterior al cristianismo. ( Public Domain )
En PaganLore podemos leer que más allá de los infames juicios por brujería, los animales y espíritus familiares “ayudaban a diagnosticar las enfermedades y el origen de los embrujos, y eran asimismo utilizados para la adivinación y para encontrar objetos perdidos y tesoros. Los magos les invocaban en rituales para a continuación encerrarles en botellas, anillos y piedras. En ocasiones los vendían como encantamientos, asegurando que los espíritus garantizarían el éxito en el juego, el amor, los negocios, o cualquier otra cosa que deseara el cliente. Este tipo de espíritu familiar no era ilegal técnicamente; el Acta de Brujería decretada en Inglaterra en el año 1604 solamente prohibía los espíritus malignos y perversos.”
A causa de la supuesta naturaleza peligrosa de los ‘familiares’, muchos animales fueron masacrados, en su mayoría gatos. Estas muertes dieron pie a una trágica situación. A mediados del siglo XIV, la Peste Negra estaba devastando Europa. Algunos expertos sugieren que la atroz disminución de la población de gatos permitió a ratas y roedores proliferar en exceso, incrementando la presencia de pulgas portadoras de la enfermedad y provocando por último la diezma de la población humana de la época.
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